La ultima crónica que escribí data del 13 de Mayo del año pasado.. así con la tontería, han pasado nueve meses. Casi nada. Cada vez que pienso que ese tiempo podría haber tenido otro hijo se me ponen los pelos como escarpias. Es mucho tiempo, sí, pero lo que me eriza el bello realmente es la posibilidad de otro hijo
.
Hoy me he levantado con un día tontorrón, uno de esos cargados de buenos propósitos y mil planes que harán de mí una mejor persona y del mundo que me rodea un mejor lugar donde vivir. Normalmente, cuando me levanto así, lo que hago es tomarme un café y volverme a la cama antes de que se enfríe, pero hoy me he quedado despierto, y al final he acabado en frente del ordenador escribiendo una crónica del Bar de Carlos, por los viejos tiempos.
Antes que nada, conviene poner en antecedentes, para quienes no conozcan este templo lúdico situado en Torrelavega (Cantabria), en un barrio multicultural (mola mucho más eso que decir "lleno de inmigrantes") y obrero (mola más que "lleno de parados"). El asunto empezó allá por Agosto del 2009, cuando un par de amigos empezamos a quedar en ese bar para echar unas partidas, y esa actividad se fue convirtiendo en una costumbre. En noviembre de ese año, escribí un correo en el foro de kedadas, tratando de reclutar jugones de la región, y hubo una buena acogida. Los viernes por la noche pasaron a convertirse en el momento lúdico de la semana para unos cuántos. Durante el primer año y pico, solía hacer crónicas de qué sucedía en aquel lugar.. quienes estábamos, a qué jugabamos, etc. Después se me fueron pasando las ganas de escribir (jesús, qué trabajo me daba) y decidí tomarme unas semanitas de descanso. Han sido en total, unas 36 semanas, y aún no he descansado del todo, pero hay que sacrificarse :-)
Tenéis un buen resumen, con enlaces a todas las crónicas en
este hilo (a ver si me pongo un día - ahora que estoy en racha - y lo actualizo).
Bueno. Volvamos al pasado reciente. Los ultimos viernes la afluencia al BdC ha caído un poco en cantidad, que no en calildad. Cuando antes (hace seis meses, pongamos) lo habitual era que hubiera dos mesas y unos ocho asistentes, ya hace un par de ellos que lo más normal es que haya sólo una mesa y seamos de tres a cinco. Pero lo mismo da, porque nos lo seguimos pasando teta.
Este Viernes, cuando bajé al BdC esto fue lo que me encontré:
A pesar de su apareciencia normal, el documento gráfico tiene un valor fuera de toda duda. Es como fotografiar el cometa halley (que se deja ver cada 75 años) y al cometa Faye (que aparece cada siete años y pico) juntos, a su paso alineados con Venus (ale, Duende, ahí tienes piropo..
Tenían abierta sobre la mesa una caja que contenía ni más ni menos que el Carson City, un juegazo en toda regla, pero del que nadie se acordaba cómo jugar. Moriarty hizo una pausa en su concentración (de ahí su cara de estupor) para atender al fotógrafo, mientras Duende se cruzaba de brazos y a esperar que sean otros los que expliquen las reglas. Por su parte, Tostador, mucho más mítico, está en pose de "Bencide señor la cerveza que me voy a ingerir".
Y en ello estábamos, tan ricamente, cuando sin previo aviso, se materializa ante nosotros el excelentísimo Corwin, a quien nadie esperaba. Y no es que no le tengamos en consideración. Sencillamente, durante toda la semana no dijo ni mú en el foro, y cuando eso sucede es síntoma de que no va a venir. Aquí queda reflejado el momento de la "aparición":
Las apariciones Corwinianas, a diferencia de las marianas, son más duraderas. NAda de eso de "aparezco, doy mi mensaje y me voy".. que va.. querido lector, si alguna vez se te aparece un Corwin, seguramente se quede a echar una partida.
No nos chafaba ningún plan, desde luego. El Carson City admite cinco jugadores. Lo que ya no admite tanto (ni ese ni ningún otro juego) es la desidia y falta de ganas de explicar las reglas, sobre todo cuando las tienes un poco olvidadas, así que barajamos otras posibilidades y el escogido fue El Le Havre... una maravilla maravillosa del Sr. Rosenberg. Mi cuñado me había dejado el juego y aún no lo había probado... aunque Corwin y yo tenemos recientes unas cuantas partidas al Ora et LAbora, y apatecía jugar para comprobar parecidos. A Moriarty también le venía bien, y Duende y Tostador se apuntan a un bombardeo. En el caso de Tostador, más de wargames, puede aplicarse la expresión en sentido literal.
Las explicaciones corrieron a cargo de Moriarty y un servidor de vds... aquí un momento del setup:
El Le Havre no es una novedad, ni mucho menos.. pero a pesar de su juventud, ya es para muchos un clásico. Con solo tres añitos, se ha afianzado ya entre los seis primeros del ranking de la BGG (siempre que se utiliza esa expresión - "entre los n primeros" - se está indicando que está en la posición "n"), vamos, que está el sexto.
Quizás no sea una elección acorde con los tiempos de desempleo que estamos viviendo, puesto que su mecánica principal es la de "colocación de trabajadores" :-), pero a nadie le importó la paradoja. Quizás, si somos estrictos, haya que redenominar la mecánica como "colocación de trabajador", porque sólo hay uno. La verdad que el turno de un jugador es bien rapidito: Primero hay una fase de suministros, en la que sencillamente se añaden un par de productos a la oferta de mercancías, y después está la acción del jugador que puede consistir en hacerse con todas las mercancías de una de las casillas de oferta, o colocar a tu trabajador en algúna carta y llevar a cabo la acción que detalle dicha carta. Adicionalmente en cualquier momento puede comprar o vender edificios que ya hubiera construidos. Periódicamente hay que pagar alimento... y si no hay pasta para proceder, se pueden pedir préstamos (que si no devuelves antes del final de la partida te penalizan). También entran en juego cartas de barco, que aseguran cierta cantidad de alimento y facilitan el satisfacer la creciente demanda.
En cuanto a las cartas, pues básicamente simbolizan edificios que permiten obtener mercancías, o transformar mercancías básicas en elaboradas (trigo en pan, ganado en carne, madera en carbón vegetal, chorizo y pan en un buen bocata.. cosas así).
El juego lo gana el más rico y para ello se tiene en cuenta el valor de los edificios/barcos que hayas construido/comprado durante la partida, y el dinero que te quede. Es lo que hay. A esto le pones unos cuantos dibujos, esquemas y gráficos y le das un poco más de prosa, y te sale el reglamento del juego.
El caso es que con un reglamento tan sencillo, ha quedado un juego la mar de entretenido... y ciertamente muy recomendable. Las posibilidades de combinar acciones de varios edificios para beneficiarte son extensísimas. En todo momento hay muchas opciones disponibles (el trabajador lo puedes colocar en tus propias cartas, by the face, o en las cartas de otros jugadores, pagando lo que corresponda).
Una cosa curiosa con las explicaciones de las reglas que vengo observando en el BdC estos ultimos dos años y pico, es que generan hambre. Uno empieza a explicar algo, y el resto empieza a salibar y segregar jugos (afortunadamente son procesos internos y no se ven :-) y acaban de esta guisa:
o de esta otra:
La partida fue transcurriendo animada y a buen ritmo... y vamos con algunas imagenes que corroboren mis palabras. Aquí tenemos a Moriarty en plena acción. La tensión se palpa en el ambiente y queda reflejada en la longitud de las uñas de Duende. Corwin aprovecha esos momentos de digestión para planificar su siguiente movimiento y tostador... bueno, la verdad es que nos dió pena despertar a Tostador cuando le llegó su turno:
Hay ocasiones, pocas, pero las hay, en que un juego te sobrecoge tanto y te absorve en tal grado, que literalmente te paraliza. Creo que algo así le debió pasar a Duende, a juzgar por las dos imágenes siguientes:
A medida que iba avanzando la partida y aparecían más y más edificios con los que hacer cosas, las elecciones se hacían más difíciles y merecedoras de mayor análisis. Observad cómo, cada uno a su manera, se comían el tablero. En esta ocasión, Duende ha cambiado de postura, pero sólo para sobrecogerse aún más. En esos momentos, estaba ahogada por los préstamos. Solo la faltaba mirar a cámara para que Edvard Munch (o herederos) pidieran derechos de imagen.
También es necesario destacar la flexibilidad de las cervicales de Corwin :-) Tostador permanece en el anonimato.
Ya mediada la partida, se iba viendo que Moriarty había tomado la estrategia de comprar/construir todo lo que pudiera. (ya tiene cuatro cartas en su zona de juego). El tembleque de la mano puede ser por los nervios de ver jugar a Corwin, que siempre es un rival peligroso y te la puede liar en cualquier momento. Tostador disfruta divertido del espectáculo.
La partida fue ganando en intensidad y llegó incluso a hacer mella en Tostador, que no tuvo otro remedio que saltarse a la torera la ley antitabaco, y furmarse un cigarro. Pero con los nervios se olvidó del cigarro.
Mientras, duende, le iba dando una segunda pasadita a las uñas de la mano izquierda (ponerse con las de los pies hubiera sido improcedente).
¿cual es la parte del cuerpo de un jugón que más sufre en una partida de Le Havre?. Sin duda alguna: la barbilla.
Casi al final de la partida, ya no había hueco para desenvolverse. Estaba la mesa que daba gusto verla. Los once (que se dice pronto) edificios de Moriarty contribuían en buena parte a ello. Aquí aparece mirando orgulloso a "sus niños" mientras tostador avanza decidido su barquito, dejando la otra mano muerta, en un ademán muy poco varonil, que todo hay que decirlo.
Al final se llevó la partida Moriarty, con una gran diferencia, sumando 174 puntos. He aquí sus preciadas posesiones. 122 puntazos en edificios y barcos, mas otras 52 moneditas que no salieron en la foto.
Después quedé yo con 121 puntos (quede constancia para los que piensan que siempre pierdo a todo), Tostador con 117, Corwin con 103, y un poquito más atrás y algo descolgada (sufrió las penurias de vivir hipotecada buena parte de la partida), Duende con 71 puntos (66 en edificios y 5 en monedas). Quedar quinto no es, en general, una mala posición, pero claro, jugando cinco...
Y eso fue lo que dio de sí la velada. Eran ya las dos y media de la madrugada, y creo que no llegabamos a la media docena los seres en estado de vigilia que se podían contar en todo el barrio. No cuento como estado de vigilia, el de uno de los habituales del BdC (no jugón) que acabó saliendo del bar a trompicones y teniendo que asirse a Tostador para no caer al suelo del soberano pedal que llevaba. Al menos escogió un buen sitio donde apoyarse.. (iba a poner "escogió una buena apoyadura", pero suena faltal).
De eso no hubo fotos.. pero el recuerdo será imborrable :-)
Fue una buena partida y una buena compañía. Otro de esos viernes que tanto nos gustan. Que sigan así por mucho tiempo.
Nota final:
Por si esto lo está leyendo algún antiguo admirador de las crónicas del Bar de Carlos (que hay gente para todo..:-), que nadie lance las campanas al vuelo al grito de "han vuelto", "han vuelto"... tenía el día tonto y me dió por escribir una crónica, por los viejos tiempos... no garantizo continuidad ni constancia. Claro que por un buen precio, podría garantizar lo que queráis.
Salu2
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